hace ya unos meses que cerré mi última entrada diciendo que en la próxima hablaría sobre la presión social a la que también están sometidos los hombres, en cuanto como deben actuar y cual es su papel como tal. O, ¿acaso pensabais que solo nosotras estamos sometidas a tal criba social?, pues la respuesta es NO.
Desde que nacemos, incluso antes, ya se espera algo de nosotr@s, lo que debemos aportar a la sociedad y a la cultura como hombres o mujeres, como si fuese una especie de deber.
Siendo yo aún una niña pequeña me dí cuenta de la diferencia de género viendo la película "Juncal"; es la historia de un torero fracasado que fue muy reconocido en su día, pero que ya en su jubilación nadie se acuerda de él; nadie, excepto sus hijos (varón y mujer), especialmente ella...como así muestra con esa mítica frase "yo tendría que haber sido torero como usted, pero nací mujer, y me vistieron de rosa". (Lo siento por los antitaurinos, pero ¿qué le voy a hacer? la primera vez que no fui capaz de dar sentido a una frase así fue esa... y aún recuerdo muy bien lo que pensé ¿y qué pasa porque la vistieran de rosa?; pues pasa que ya desde su nacimiento llevaba implícito su rol como mujer. Pasó mucho tiempo hasta que en el cine volví a ver una escena parecida, pero esta vez no solo la entendí, sino que hasta me indignó, cuando en la película "Gladiator" el Emperador Marco Aurelio le dice a su hija: "Que emperador se ha perdido Roma". Y me vuelvo a repetir, lo entendí sí, y me indignó hasta el punto de olvidarme de la época que representaba esa película, una tan lejana en la que (al contrario de como pasa hoy), las prostitutas valían poco, y las mujeres nada. En mi cabeza no hacía más que rondar la idea de como un hombre, Emperador de Roma, siendo plenamente consciente que de sus dos hijos el varón no tiene las cualidades idóneas para un cargo como tal, pues se deja llevar por su ambición y su alevosía; y sin embargo la mujer destacando por su gran inteligencia y su saber hacer en cuanto a política se refiere, (que es al fin y al cabo el tema que debe dominar un Emperador); aún así, consiente que sea el hijo quien gobierne Roma, y con su gobierno destruya la grandeza que en su día su padre dejó, una grandeza que en boca del mismo aurelio, hubiera sido mayor, o al menos igual, si hubiese sido su primogenita la que hubiese gobernado... pero entonces entendí, que hay cosas que ni un emperador puede cambiar; pero el tiempo sí... y Juncal data de finales del s.XX (quizás años 80), y seguíamos prácticamente igual, pues éste también sabe en lo más profundo de su ser, que aunque su hijo sea torero como él, no es ni la mitad de bueno que fue él en su día, ni tampoco de lo buena que hubiera sido su hermana... "pero nació niña, y la vistieron de rosa".
- Hijos de Marco Aurelio en la película "Gladiator"
Cuando una persona, una niña o una mujer piensa en todo esto puede llegar a la conclusión de que es mejor nacer varón, y sí, hay muchas mujeres que lo piensan así, y hay muchas culturas y países donde actualmente realmente se considera que es mejor nacer varón. Y en este sentido también podemos encontrar referencias en la literatura española, y posteriormente en el cine y el teatro. ¿Quién no ha leído, no ha visto la obra de teatro o la película de esa gran obra maestra de Federico García Lorca, "La Casa de Bernarda Alba"?; en esa maravillosa escena donde están todas las hermanas cosiendo el ajuar de la mayor, para después seguir con el de cada una de ellas, aunque saben que nunca se casarán, puesto que ya han comenzado un largo luto en plena edad casadera... y esa frase de una de las hijas "nacer mujer es el mayor castigo".
Pero no, no lo es... no es un castigo ni mucho menos, tan digno es nacer varón que nacer mujer, somos tod@s, las personas, los que marcamos las diferencias a través de roles que no del todo nos hacen felices a tod@s. Y ya... voy con ellos.
Todos, absolutamente todos nacistéis niños y por eso os vistieron de azul. Cuando estabais en la cuna no os llamaban "cosita" como a las niñas... ("ay que cosita más bonita..." es algo que se suele oír mucho"), se suelen decir más cosas del tipo ("mira que grande y que fuerte es"); nosotras ya llevamos implícita la delicadeza y vosotros la fortaleza... en esta definición no caben los hombres afeminados o amanerados, esas son cualidades más de la mujer, ellos deben tener la fortaleza, y casi la brutalidad para poder ser considerados "machos". Pero ¡ojo!, no solo al nacer... esto se debe mantener a lo largo de los años... está incluido en vuestra condición como hombres. Un ejemplo interesante, que seguro que los hombres de mi generación conocéis, Gastón, fiel pretendiente de la dulce y delicada Bella en "La Bella y la Bestia".
Y ahí le tenemos, grande, fuerte, poderoso, impetuoso, cazador (oficio en exclusiva para los hombres)... e incluso vanidoso, porque puede permitirse serlo, ¿porqué no? "tiene el cuello más fuerte que un toro Gastón, y no hay otro más macho en el pueblo", "no hay otro más fiero y fortudo", "y soy más peludo que un oso polar..." (que por cierto, luego hablaremos de ello también, porque aquí aún no había nacido el revolucionario "metrosexual"). "Y... Escupiendo ganó tres concursos Gastón"; he ahí el quid de la cuestión, todas estas frases forman la canción de la película que hace referencia a este personaje, en el que no solo olvidan la inteligencia... sino que para ser macho entre machos tienes que hacer cosas tan absurdas como competir en un concurso de escupitajos. ¿A qué viéndolo así no es tan apetecible nacer varón?; y Gastón tuvo la suerte de ser atractivo y deseado por las mujeres (algo fundamental para muchos dentro del rol masculino, aunque no para todos, afortunadamente); sin embargo, ¿qué sucede con Lafou, o con el mismo Bestia? Éste último reuniría a la perfección todas las carecterísticas de Gastón, pero habría que incluirle también la empatía, la amabilidad y seguramente la inteligencia... pero no la belleza, con lo que queda automáticamente privado del verdadero amor; y del falso también, seamos sinceros. Pero volvamos a Lafou... él fiel amigo de Gastón, pequeñito, sin músculos, casi sin fuerza... (de hecho en la película Gastón le tumba de un solo puñetazo, lo cual le convierte en violento... algo que aunque abiertamente no se exige en un hombre, tampoco abiertamente se rechaza, es como que va implícito en el concepto de "bruto"), pero Lafou no es así, es muy amable, algun@s dirían que incluso "pelotilla" con su amigo, no sabemos hasta qué punto es o no inteligente, que inquietudes tiene, que aficiones... pues tampoco interesan; siempre en un segundo plano, siempre detrás del más macho del pueblo.
Pues bien, he ahí la imagen que tanto niños como niñas nos vamos forjando de como debe ser un hombre adulto, de como es el rol masculino. Pero muchos de ellos, especialmente los de mi generación, según fueron creciendo ya se encontraron con el primer obstáculo, y es que ahora no se lleva ser fuerte, grande y peludo... no, ahora estamos en la era del "metrosexual", es decir, ser fuerte, grande y sin bello... pero ojo, en la cabeza a poder ser, hay que mantenerlo... por lo demás, aún se pueden tener el resto de cualidades. Ahora ya no solo somos nosotras las que nos depilamos, ni las que nos cambiamos el pelo con reflejos, mechas, decoloraciones, etc... ahora se han unido ellos también; tampoco solo nosotras nos inundamos en aromas y perfumes, el olor a macho está ya muy pasado... y no olvidar tampoco la cirujía estética, que aunque todavía hoy es un tema tabú entre vosotros, vuestros rostros están ahí... en revistas y programas de TV, donde parece que algunos hayan encontrado el elixir de la juventud y de la belleza eterna, ¡pero cuidado! todo esto hay que hacerlo con moderación, si alguno se queda demasiado enclenque, sigue la moda con la misma rapidez que ésta nace y fallece, y se pasa con el uso de su imagen personal... lo mismo están abandonando el terreno metrosexual para empezar a entrar en uno demasiado afeminado; probablemente ésta sea la razón de porqué la fortaleza sigue siendo el máximo exponente de la masculinidad en general, y de la virilidad en particular. Sí, habéis leído bien.
Me estoy acordando, que estamos en un momento, donde andando por la calle ya no nos encontramos tanto metrosexual, el estilo hipster ha entrado con fuerza... y aunque no se muestran tan hinchados en cuanto a cuerpo se refiere, él hipster marca su principal diferencia con la hipster en su larga y frondosa barba, algo que hasta hoy, solo ellos pueden tener.
Como si de tribus urbanas se tratara, vamos a ver ejemplos de ambos; como siendo tan diferentes en apariencia, siguen siendo iguales en cuanto a roles se refiere.
-Metrosexual:
-Hipster:
Fijaos, incluso esta imagen que quiere mostrar de la forma más sencilla posible las características de un hipster, muestra el rostro (posiblemente inventado) de un hombre fuerte, sano, joven... y guapo. Podría ser la versión moderna de Gastón.
No me quiero alargar mucho más con ésta entrada; lo único que pretendo con ella es hacer ver que tanto hombres como mujeres estamos sometidos a una gran presión sobre lo que se espera de nosotros, de ambos... es muy duro también que de ellos no se puede esperar empatía, sensibilidad y amabilidad, porque sin darnos cuenta les estamos atribuyendo las características de un psicópata; no tienen libertad para expresar la emoción, para sentirla y compartirla... y todo ello supone una gran carga social, si, pero también moral y psicológica, se les hace creer que deben ser como grandes máquinas potentes, fuertes y brutas (lo que much@s entendemos como "sin inteligencia"); ni es justo para ellos, ni debería ser envidiable o deseado para ellas. Al fin y al cabo tod@s vamos en el mismo barco, a tod@s se nos exige algo y si no damos la talla seguramente seamos marginad"s o, al menos, desplazad@s.
El tiempo avanza y los más mayores dicen que "los tiempos cambian", pero los roles de género en su aspecto más primitivo parece que se mantienen inamovibles; y con ello, vosotros también estáis presionados por las mismas expectativas que nosotras, no en cuanto a contenido, pero sí en cuánto a forma... y eso que ni nacistéis niñas, ni os vistieron de rosa.
¡Hasta pronto!